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La Caña de Azúcar Características y Ecofisiología
EEAOC

Caña de azúcar
Introducción
La caña de azúcar constituye el cultivo sacarífero más importante del mundo, responsable del 70% de la producción total de azúcar. Este cultivo se extiende a lo largo de los trópicos y subtrópicos, entre los 36,5º latitud Norte (España) hasta los 31º latitud Sur (Uruguay, Australia). Su capacidad productiva varía, entre las zonas cañeras tropicales y subtropicales, de 40 a 150 t/ha de caña y de 3,5 a 15 t/ha de azúcar.

La producción de caña de azúcar en la Argentina se concentra en tres zonas: Tucumán, el Norte (Salta y Jujuy) y el Litoral. Actualmente funcionan 23 ingenios azucareros, de los cuales 15 están concentrados en Tucumán, tres en Jujuy, dos en Salta y tres en el Litoral (dos en Santa Fé y uno en Misiones).

Tucumán es la región más importante con una participación del 60-65% en la producción nacional de azúcar, el Norte aporta un 35% y el Litoral un 1%.

En el área cañera de Tucumán se cultivan alrededor de 217.000 ha, pero con una superficie potencial de 300.000 ha. La producción de azúcar de Tucumán ha venido creciendo hasta alcanzar un máximo de 1.524.000 t en el 2006.

Las innovaciones tecnológicas adoptadas por el sector, las mejoras en el manejo de los cañaverales, la incorporación de variedades, el uso de madurativos y de semilla saneada, entre otras, generaron incrementos importantes en la productividad, lo que se revela al comparar el rendimiento cultural promedio, en el período 1990-2008. En 1990 el rendimiento cultural promedio era de 26,80 toneladas de caña por ha con una producción de 2.445 kg de azúcar por ha. En el 2008 se cosecharon 219.130 ha y el promedio fué 64,52 toneladas de caña por ha.

Características Agronómicas de la Caña de Azúcar
En la figura inicial, se esquematizan los principales factores que interactúan en la definición de la capacidad productiva del cultivo en las condiciones de Tucumán, con un ciclo anual de producción. El ambiente (suelo y clima) genera el marco en el que se desarrolla y crece el cultivo, definiendo las limitaciones y disponibilidades de recursos agroecológicos dentro de los cuales se debe implantar, cultivar y producir la caña de azúcar.

Resulta por lo tanto de fundamental importancia un conocimiento detallado de sus características generales y particulares para evaluar las posibilidades productivas, como también para efectuar una correcta elección de las prácticas de manejo a implementar.

La tecnología (manejo y genotipo) por su parte, buscará minimizar las limitaciones agroecológicas que afectan la productividad del cultivo, favorecer el óptimo aprovechamiento de los recursos ambientales disponibles, maximizar la eficiencia técnico-económica del sistema productivo y conservar el ambiente. Una elección acertada de estrategias de manejo estrechamente asociadas y adaptadas a las características del agroecosistema, será la base para obtener una producción agrícola sostenida.

Los rendimientos a obtener dependerán de la participación interactiva de los distintos componentes del rendimiento, cuya magnitud se define a través de los eventos fenofisiológicos que acontecen durante el ciclo de cultivo y de sus interacciones con los recursos ambientales, el manejo suministrado y el potencial productivo del genotipo. Pero la producción final de azúcar también depende de la influencia de los factores ambientales durante la zafra y de la eficiencia con que se realice la cosecha y el procesamiento.

Requerimientos Ambientales
Este cultivo está adaptado a un amplio rango de climas tropicales y subtropicales. No tolera temperaturas de congelamiento (bajo 0ºC) y el crecimiento prácticamente cesa por debajo de los 10-12ºC.

Suelos: crece satisfactoriamente en una gran variedad de tipos de suelos, pero los más adecuados son los de textura franca o franco-arcillosa, bien drenados y los suelos aluviales de textura mediana. Tolera un amplio rango de acidez y alcalinidad del suelo y pueden obtenerse altas producciones en suelos con pH entre 5 y 8. Con pH menores a 5 y mayores a 8, la acidez del suelo y los problemas de alcalinidad y salinidad, se convierten en factores limitantes de la producción. Requiere además, suelos provistos de suficientes cantidades de nutrimentos o de buena fertilidad ya que es un cultivo que extrae grandes cantidades de nitrógeno, potasio y silicio.

Las condiciones ideales para el crecimiento de este cultivo serían las que cuenten con períodos primavero-estivales con temperaturas elevadas y sostenidas durante el lapso más prolongado posible y con lluvias que satisfagan su evapotranspiración.

Régimen térmico: es importante destacar que cada fase de crecimiento tiene requerimientos diferentes. La brotación se inicia o activa con temperaturas superiores a 10°C pero hasta los 16-18°C la velocidad es baja, generalizándose con valores mayores a 20°C. Las temperaturas óptimas de brotación y macollaje fluctúan entre los 28-32°C. Es de interés destacar que los valores citados presentan diferencias varietales, y también están en función de la disponibilidad hídrica.

En cuanto al período de gran crecimiento, temperaturas inferiores a 16-17°C afectan el crecimiento vegetativo, manifestando su óptimo térmico entre 28-35°C. Esta sacarífera puede soportar temperaturas máximas entre 45-50°C, pero provocan retrasos en el crecimiento.

Indudablemente la duración del período con condiciones térmicas adecuadas influye significativamente en la capacidad productiva del cañaveral, si bien la selección de variedades adaptadas y un manejo adecuado a regiones agroecológicas definidas pueden reducir en cierta medida la desventaja de las zonas cañeras subtropicales.

Radiación solar: es otro factor importante, no solo por sus efectos indirectos (variaciones térmicas, evapotranspiración, etc.), sino fundamentalmente por su incidencia en la actividad fotosintética, la que determinará el nivel de crecimiento y la acumulación de materia seca. En general, intensidades crecientes de radiación lumínica se asocian con incrementos en la producción cultural y de azúcar por unidad de superficie, ya que este cultivo ha evidenciado ser de las especies más eficientes en responder a elevadas intensidades lumínicas.

Disponibilidad hídrica: es otro factor decisivo en el crecimiento de la caña de azúcar. Al ser un cultivo de gran capacidad de producción de material vegetal por unidad de superficie, involucra altos requerimientos de agua, ya que para construir un gramo de materia seca de tallo molible requiere 0,5 L de agua y con igual cantidad de agua se acumulan de 0,25-0,40 g de sacarosa. Si bien se cultiva caña a secano en zonas desde 700 a 2000 mm anuales, las mejores producciones se obtienen en los ambientes que satisfacen adecuadamente sus necesidades hídricas. Para Tucumán se estima una evapotranspiración máxima de 1250-1400 mm para un ciclo de 10-12 meses, valor orientativo coincidente con el citado por la bibliografía internacional de entre 1300-1600 mm para cañaverales de ciclo anual. El consumo varía en cada fase de crecimiento, presentando el máximo requerimiento durante el período de gran crecimiento (diciembre-marzo). Cuando la humedad edáfica en las capas superficiales del suelo es deficiente, la evapotranspiración actual es fuertemente limitada por el desarrollo radicular y por el desarrollo del canopeo. Si el cierre del cañaveral es completo, la evapotranspiración actual es similar a la máxima hasta que el cultivo consume el 60-70% del agua fácilmente extraíble del suelo. Por debajo de este nivel, el cultivo soporta deficiencias hídricas crecientes.

Factores que inciden sobre la calidad de la materia prima
Es decir los que afectan la maduración y la cosecha. En términos generales una estación otoño-invernal de baja humedad atmosférica y edáfica, bajas precipitaciones, alta insolación, amplitud térmica y temperaturas frescas, pero libre de heladas, serían las condiciones óptimas para lograr un elevado contenido de sacarosa y favorecer una alta eficiencia de la cosecha y el transporte de la materia prima. Estudios efectuados en Tucumán por la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC), destacan que la frecuencia de temperaturas mínimas entre 13-16°C durante mayo se asocian con mejoras del nivel de sacarosa, pero la frecuencia de temperaturas mínimas menores a 9°C en dicho período, afecta el rendimiento sacarino. Por supuesto que temperaturas inferiores a 0°C inciden negativamente en la calidad, reduciendo su aptitud fabril. Lluvias de importancia o una elevada humedad edáfica durante los meses de otoño e invierno retrasan la maduración y provocan problemas en la cosecha y el transporte.


Autores:
Eduardo R. Romero
Jorge Scandaliaris
Patricia A. Digonzelli
M. Fernanda Leggio Neme
Juan A. Giardina
Juan Fernández de Ullivarri
Sergio D. Casen
M. Javier Tonatto
Luis G. P. Alonso

Sitio Ref: EEAOC

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