Dr. Juan Dellacha Director Científico del Foro Argentino de Biotecnología (FAB)
Es el primero en llegar al Foro Argentino de Biotecnología. A las 8.30hs el Dr. Juan Dellacha enciende las luces mínimas e indispensables y comienza a trabajar. Hasta las 9.30 que llega el personal del Foro está solo, asegura que es el momento donde encuentra mayor tranquilidad.
Juan Dellacha empezó a ejercer la dirección científica del Foro Argentino Biotecnología (FAB) hace 10 años, tras retirarse por exceso de juventud –como le gusta decir- del Conicet y la Universidad. Hombre de la ciencia, Investigador Superior del CONICET en el campo de química biológica. Y de la academia, profesor titular durante 20 años del Departamento de Química Biológica de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA. Ha participado en la creación del IQUIFIB -Instituto de Química y Físico química Biológica- donde se dedicó al estudio de la estructura química y biología de moléculas proteicas, particularmente hormonas hipofisarias, junto con Alejandro Constantino Paladini y J.A. Santomé.
El FAB es una institución privada sin fines de lucro que se creó en 1986 por iniciativa de Marcelo Argüelles, Jorge Mazza y Jorge Yanovsky. El Premio Nobel Dr. Luis Federico Leloir fue el primer Presidente Honorario de esta fundación que tiene como objetivo promover la biotecnología en todos sus aspectos, tanto a nivel público como privado.
El FAB es una institución privada sin fines de lucro que se creó en 1986 por iniciativa de Marcelo Argüelles, Jorge Mazza y Jorge Yanovsky. El Premio Nobel Dr. Luis Federico Leloir fue el primer Presidente Honorario de esta fundación que tiene como objetivo promover la biotecnología en todos sus aspectos, tanto a nivel público como privado.
¿Cuál sería el caso paradigmático o de mayor relevancia de la aplicación de la Biotecnología en la Argentina?
El ejemplo más claro de la aplicación de la biotecnología es el de los medicamentos. Es un caso bien representativo. Hay empresas biotecnológicas del país que hacen proteínas recombinantes. Hoy en día gran parte de la terapéutica de avanzada es con proteínas recombinantes -expresadas en bacterias o levaduras- y anticuerpos monoclonales. La insulina, interferón y hormonas de crecimiento son proteínas recombinantes que se producen aplicando procedimientos biotecnológicos. Recientemente en nuestro país esta última hormona se obtuvo de animales vacunos en cuyo genoma se incorporó un gen para que dicha hormona sea excretada en la leche. Este procedimiento permite obtener grandes cantidades de hormonas que al ser excretadas en la leche son de fácil purificación.
¿En relación con la vinculación, qué esquema considera más conveniente: Investigadores desde centros de investigación o incorporación de investigadores dentro de las empresas?
Se combinan. No son posturas antagónicas. Hay de los dos modelos en el mundo. Tanto en Estados Unidos como en Europa y Latinoamérica hay combinaciones de empresas con universidades, unidades de vinculación de universidades e instituciones públicas con empresas, y empresas que hacen Investigación y desarrollo (I+D). Es decir, cual es la respuesta que se busca: tratar de adquirir conocimiento propio. Cuando uno tiene conocimiento propio entra en el ámbito de la competitividad. Si Ud. no tiene conocimiento propio no puede ser competitivo.
El Dr. Juan Dellacha tiene una fuerte preocupación por la competitividad. Aparece a cada instante. Sostiene que se podría clasificar a los países en tres grandes grupos, según la relación entre el PBI e inversión en investigación y desarrollo. En el primer lugar están aquellos países donde la inversión está entre 2 y 3%, considerando a la I+D como un valor estratégico para el país. Por otra parte hay otros países que invierten alrededor del 1,5%, que consideran muy importante el rol de la I+D para el desarrollo socioeconómico del país.
Y después están aquellos que invierten menos del 1%, y aquí se ubica la Argentina – y no lo dice solo Dellacha, Mario Mariscotti ha escrito sendos artículos sobre el tema- donde la I+D tiene un valor cultural; es decir, todavía no ha llegado a compenetrarse de la importancia y el rol que tiene la Ciencia y la Tecnología para el desarrollo.
Por otra parte, dentro del porcentaje de inversión, el Dr. Juan Dellacha asegura que lo importante es definir qué participación tiene el Estado y qué participación tienen las empresas. En nuestro país, la mayor inversión en I+D la realiza el Estado.
¿Cómo podríamos llegar a los valores de los países que ven de un modo más estratégico la inversión en Ciencia y Tecnología?
Si uno quisiera llegar a una inversión en I+D del 1,5% –para pretender ser un país como Canadá, Dinamarca o Australia- los aportes del sector empresarial deberían ser superiores al 50%. Es decir, que el aporte en I+D realizado por el sector empresarial sea más significativo. A su vez, habría que aumentar el número de investigadores por población económicamente activa. Nuestro país cuenta con 1 a 2 investigadores por mil personas económicamente activas, mientras que los países donde el rol de la Ciencia y la Tecnología es más relevante, cuentan con 4 a 5 investigadores por mil. Y por último tendríamos que sextuplicar el número de patentes.
Ud. dijo que “La Argentina fue el primer país de América Latina que comenzó en los años 80 con la biotecnología”. ¿Cómo pudo hacerlo pese a estar ubicado en los países donde la I+D no es considerada estratégica?
Porque hubo toda una capacidad científica e inteligencia que venían de la biología y de la química de la mano de los dos grandes maestros de la Argentina, que fueron los premios Nobel Bernardo Houssay y Luis F. Leloir, quienes crearon una escuela de excelencia que originó otros maestros y fue creciendo significativamente en el tiempo. Entonces el motor de la biotecnología en la Argentina fue la comunidad científica. Y esta capacidad es fundamental en relación con el conocimiento propio y en relación con la competitividad.
Porque si uno no la tiene no la puede importar u obtener de un día para otro. Es la diferencia mayor entre la materia gris y la materia prima. Es por todo esto que hoy la competitividad en el mundo se mide por el grado de inversión que hacen las empresas en I+D.
A la hora de hablar hacia dónde va la Argentina en términos de competitividad, el Dr. Juan Dellacha prepara sus apuntes y comienza a contar el conjunto de medidas que a su consideración ponen al país en el buen camino. El relato comienza con la sanción en 1992 de la Ley 23877, que es la ley de Vinculación Tecnológica. También da cuenta del rol de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (Agencia) en la coordinación del Fondo Tecnológico Argentino (FONTAR) y el Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica (FONCYT). El primero financia a las empresas, el segundo otorga subsidios a los investigadores. En su racconto menciona que en el año 1997 se incorpora a la Agencia el manejo de la Ley de Vinculación mejorando el sistema de evaluación y a su vez ordena su mecanismo de otorgamiento de fondos. Años más tarde se crea el Consejo Federal de Ciencia y Tecnología que le da participación a las provincias, en donde se las vincula con los beneficios de la Ley, mediante un sistema común de evaluación y el otorgamiento de fondos.
En el análisis histórico el Dr. Dellacha le da un lugar particular al Conicet dando cuenta que en año 2004 incorpora a su Directorio representantes de las provincias, de las universidades y de los sectores industrial y agropecuario. Esta ampliación en la participación multisectorial es muy importante porque allí se plantean las necesidades de I+D de los sectores participantes. Por otra parte, al existir la Agencia que promueve la ciencia financiando los buenos proyectos de investigación, y el CONICET se abocó a formar investigadores. Esto produjo un aumento el número de becarios e investigadores y se formó una masa de pensamiento muy importante que es la que tenemos hoy en día. Dellacha sostiene que el papel del Dr. Eduardo Charreau fue fundamental en este sentido.
Por último, el Dr. Juan Dellacha nos cuenta que en el 2007 se crea el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva bajo la titularidad del Dr. Lino Barañao, un científico prestigioso quién está introduciendo cambios significativos en el sistema científico, apoyando la creación de empresas, como por ejemplo los Start Up, impulsando la protección del conocimiento propio incentivando el patentamiento y convocando a proyectos que sean convergentes con la producción.
Sin duda todo este relato y la visión conjunta de los hechos explican porqué para el Dr. Juan Dellacha hoy en día se transita el camino para tratar de alcanzar un porcentaje mayor de inversión en I+D. En definitiva, porqué transitamos el camino de alcanzar mayor conocimiento propio y competitividad.
¿Cuáles son los principales problemas que encontramos en ese camino?
El comprender que es todo parte de un plan estratégico, la continuidad del mismo en el tiempo y la necesidad de recursos. Los niveles políticos y sociales deben entender la importancia del rol estratégico que tiene la Ciencia y la Tecnología para el país.
¿Y qué papel juegan las empresas y la cultura empresarial? Como se concilian los manejos de los tiempos de los laboratorios con los de los intereses de las empresas
Las empresas que participan de este proceso comprenden que no se pueden esperar resultados a corto plazo. Porque cualquier desarrollo competitivo lleva su tiempo. Que es el tiempo de incorporación permanente de conocimiento propio. Eso es pensar en la competitividad.
Respecto de la competitividad, es también el Estado quien tiene que colaborar para llevarla adelante. Porque el Estado tiene que adecuar su marco legal y sus sistemas regulatorios para que estén en sintonía con los parámetros internacionales, para que los productos desarrollados no tengan que pasar por largos procedimientos de aprobación para ser exportados a otros países.
La entrevista parece llegar a su fin y se le pregunta al Dr. Juan Dellacha si le quedó algo en el tintero. Por supuesto. Nuestro entrevistado sabe mucho de vinculación. Tiene la vasta experiencia que le han dado todos sus años en el campo de la ciencia y una notable vocación docente. Su cuerpo, su postura y sus ademanes dan cuenta de la necesidad de contar y explicar un tema que está en los objetivos de muchos pero en palabras de pocos: la vinculación tecnológica concreta.
El Dr. Juan Dellacha cuenta que existe un fenómeno particular que no es masivo pero no por ello menos destacable: el sector empresarial público-privado. Un ejemplo de ello en nuestro país es INDEAR, producto de la combinación de empresa Bioceres S.A. -que nació de productores santafecinos que apostaban a la biotecnología- que concretaron convenios con el CONICET.
Otro ejemplo del que da cuenta Dellacha es el del INVAP que mantiene una estrecha relación con la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). En la esfera pública la menciona al CONAE (dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores) que se apoya en el sector privado para hacer los satélites y poder realizar convenios con la NASA y la Agencia Espacial Italiana. Otro caso relevante es el de la industria del software nacional que año tras año crece en producción e inversión.
A las 10 de la mañana comenzaban a sonar sostenidamente los teléfonos y poco a poco iba creciendo el murmullo del personal que ingresaba para cumplir sus funciones en el Foro Argentino de Biotecnología. A esa altura el Dr. Juan Dellacha ya había organizado sus papeles, y estaba terminando esta entrevista. A eso se refería cuando hablaba de trabajar tranquilo. Ya es hora de concluir, sentencia, no sin antes hacer el último apartado que tiene como protagonistas al INTA y el INTI. “Recientemente el INTI creó la planta piloto para biotecnología, donde las empresas pequeñas y medianas pueden realizar ensayos de escalamiento de sus productos. No es casual que dicha planta esté conducida por profesionales que han salido del ámbito industrial y del sector científico-académico, como es el caso del Dr. Alberto Díaz. El papel del INTA fue clave para la aplicación de la biotecnología en el agro a través de sus unidades y estaciones experimentales, lo que ha impactado directamente en los costos de la producción y en los niveles de competitividad internacional”.
El ejemplo más claro de la aplicación de la biotecnología es el de los medicamentos. Es un caso bien representativo. Hay empresas biotecnológicas del país que hacen proteínas recombinantes. Hoy en día gran parte de la terapéutica de avanzada es con proteínas recombinantes -expresadas en bacterias o levaduras- y anticuerpos monoclonales. La insulina, interferón y hormonas de crecimiento son proteínas recombinantes que se producen aplicando procedimientos biotecnológicos. Recientemente en nuestro país esta última hormona se obtuvo de animales vacunos en cuyo genoma se incorporó un gen para que dicha hormona sea excretada en la leche. Este procedimiento permite obtener grandes cantidades de hormonas que al ser excretadas en la leche son de fácil purificación.
¿En relación con la vinculación, qué esquema considera más conveniente: Investigadores desde centros de investigación o incorporación de investigadores dentro de las empresas?
Se combinan. No son posturas antagónicas. Hay de los dos modelos en el mundo. Tanto en Estados Unidos como en Europa y Latinoamérica hay combinaciones de empresas con universidades, unidades de vinculación de universidades e instituciones públicas con empresas, y empresas que hacen Investigación y desarrollo (I+D). Es decir, cual es la respuesta que se busca: tratar de adquirir conocimiento propio. Cuando uno tiene conocimiento propio entra en el ámbito de la competitividad. Si Ud. no tiene conocimiento propio no puede ser competitivo.
El Dr. Juan Dellacha tiene una fuerte preocupación por la competitividad. Aparece a cada instante. Sostiene que se podría clasificar a los países en tres grandes grupos, según la relación entre el PBI e inversión en investigación y desarrollo. En el primer lugar están aquellos países donde la inversión está entre 2 y 3%, considerando a la I+D como un valor estratégico para el país. Por otra parte hay otros países que invierten alrededor del 1,5%, que consideran muy importante el rol de la I+D para el desarrollo socioeconómico del país.
Y después están aquellos que invierten menos del 1%, y aquí se ubica la Argentina – y no lo dice solo Dellacha, Mario Mariscotti ha escrito sendos artículos sobre el tema- donde la I+D tiene un valor cultural; es decir, todavía no ha llegado a compenetrarse de la importancia y el rol que tiene la Ciencia y la Tecnología para el desarrollo.
Por otra parte, dentro del porcentaje de inversión, el Dr. Juan Dellacha asegura que lo importante es definir qué participación tiene el Estado y qué participación tienen las empresas. En nuestro país, la mayor inversión en I+D la realiza el Estado.
¿Cómo podríamos llegar a los valores de los países que ven de un modo más estratégico la inversión en Ciencia y Tecnología?
Si uno quisiera llegar a una inversión en I+D del 1,5% –para pretender ser un país como Canadá, Dinamarca o Australia- los aportes del sector empresarial deberían ser superiores al 50%. Es decir, que el aporte en I+D realizado por el sector empresarial sea más significativo. A su vez, habría que aumentar el número de investigadores por población económicamente activa. Nuestro país cuenta con 1 a 2 investigadores por mil personas económicamente activas, mientras que los países donde el rol de la Ciencia y la Tecnología es más relevante, cuentan con 4 a 5 investigadores por mil. Y por último tendríamos que sextuplicar el número de patentes.
Ud. dijo que “La Argentina fue el primer país de América Latina que comenzó en los años 80 con la biotecnología”. ¿Cómo pudo hacerlo pese a estar ubicado en los países donde la I+D no es considerada estratégica?
Porque hubo toda una capacidad científica e inteligencia que venían de la biología y de la química de la mano de los dos grandes maestros de la Argentina, que fueron los premios Nobel Bernardo Houssay y Luis F. Leloir, quienes crearon una escuela de excelencia que originó otros maestros y fue creciendo significativamente en el tiempo. Entonces el motor de la biotecnología en la Argentina fue la comunidad científica. Y esta capacidad es fundamental en relación con el conocimiento propio y en relación con la competitividad.
Porque si uno no la tiene no la puede importar u obtener de un día para otro. Es la diferencia mayor entre la materia gris y la materia prima. Es por todo esto que hoy la competitividad en el mundo se mide por el grado de inversión que hacen las empresas en I+D.
A la hora de hablar hacia dónde va la Argentina en términos de competitividad, el Dr. Juan Dellacha prepara sus apuntes y comienza a contar el conjunto de medidas que a su consideración ponen al país en el buen camino. El relato comienza con la sanción en 1992 de la Ley 23877, que es la ley de Vinculación Tecnológica. También da cuenta del rol de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (Agencia) en la coordinación del Fondo Tecnológico Argentino (FONTAR) y el Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica (FONCYT). El primero financia a las empresas, el segundo otorga subsidios a los investigadores. En su racconto menciona que en el año 1997 se incorpora a la Agencia el manejo de la Ley de Vinculación mejorando el sistema de evaluación y a su vez ordena su mecanismo de otorgamiento de fondos. Años más tarde se crea el Consejo Federal de Ciencia y Tecnología que le da participación a las provincias, en donde se las vincula con los beneficios de la Ley, mediante un sistema común de evaluación y el otorgamiento de fondos.
En el análisis histórico el Dr. Dellacha le da un lugar particular al Conicet dando cuenta que en año 2004 incorpora a su Directorio representantes de las provincias, de las universidades y de los sectores industrial y agropecuario. Esta ampliación en la participación multisectorial es muy importante porque allí se plantean las necesidades de I+D de los sectores participantes. Por otra parte, al existir la Agencia que promueve la ciencia financiando los buenos proyectos de investigación, y el CONICET se abocó a formar investigadores. Esto produjo un aumento el número de becarios e investigadores y se formó una masa de pensamiento muy importante que es la que tenemos hoy en día. Dellacha sostiene que el papel del Dr. Eduardo Charreau fue fundamental en este sentido.
Por último, el Dr. Juan Dellacha nos cuenta que en el 2007 se crea el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva bajo la titularidad del Dr. Lino Barañao, un científico prestigioso quién está introduciendo cambios significativos en el sistema científico, apoyando la creación de empresas, como por ejemplo los Start Up, impulsando la protección del conocimiento propio incentivando el patentamiento y convocando a proyectos que sean convergentes con la producción.
Sin duda todo este relato y la visión conjunta de los hechos explican porqué para el Dr. Juan Dellacha hoy en día se transita el camino para tratar de alcanzar un porcentaje mayor de inversión en I+D. En definitiva, porqué transitamos el camino de alcanzar mayor conocimiento propio y competitividad.
¿Cuáles son los principales problemas que encontramos en ese camino?
El comprender que es todo parte de un plan estratégico, la continuidad del mismo en el tiempo y la necesidad de recursos. Los niveles políticos y sociales deben entender la importancia del rol estratégico que tiene la Ciencia y la Tecnología para el país.
¿Y qué papel juegan las empresas y la cultura empresarial? Como se concilian los manejos de los tiempos de los laboratorios con los de los intereses de las empresas
Las empresas que participan de este proceso comprenden que no se pueden esperar resultados a corto plazo. Porque cualquier desarrollo competitivo lleva su tiempo. Que es el tiempo de incorporación permanente de conocimiento propio. Eso es pensar en la competitividad.
Respecto de la competitividad, es también el Estado quien tiene que colaborar para llevarla adelante. Porque el Estado tiene que adecuar su marco legal y sus sistemas regulatorios para que estén en sintonía con los parámetros internacionales, para que los productos desarrollados no tengan que pasar por largos procedimientos de aprobación para ser exportados a otros países.
La entrevista parece llegar a su fin y se le pregunta al Dr. Juan Dellacha si le quedó algo en el tintero. Por supuesto. Nuestro entrevistado sabe mucho de vinculación. Tiene la vasta experiencia que le han dado todos sus años en el campo de la ciencia y una notable vocación docente. Su cuerpo, su postura y sus ademanes dan cuenta de la necesidad de contar y explicar un tema que está en los objetivos de muchos pero en palabras de pocos: la vinculación tecnológica concreta.
El Dr. Juan Dellacha cuenta que existe un fenómeno particular que no es masivo pero no por ello menos destacable: el sector empresarial público-privado. Un ejemplo de ello en nuestro país es INDEAR, producto de la combinación de empresa Bioceres S.A. -que nació de productores santafecinos que apostaban a la biotecnología- que concretaron convenios con el CONICET.
Otro ejemplo del que da cuenta Dellacha es el del INVAP que mantiene una estrecha relación con la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). En la esfera pública la menciona al CONAE (dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores) que se apoya en el sector privado para hacer los satélites y poder realizar convenios con la NASA y la Agencia Espacial Italiana. Otro caso relevante es el de la industria del software nacional que año tras año crece en producción e inversión.
A las 10 de la mañana comenzaban a sonar sostenidamente los teléfonos y poco a poco iba creciendo el murmullo del personal que ingresaba para cumplir sus funciones en el Foro Argentino de Biotecnología. A esa altura el Dr. Juan Dellacha ya había organizado sus papeles, y estaba terminando esta entrevista. A eso se refería cuando hablaba de trabajar tranquilo. Ya es hora de concluir, sentencia, no sin antes hacer el último apartado que tiene como protagonistas al INTA y el INTI. “Recientemente el INTI creó la planta piloto para biotecnología, donde las empresas pequeñas y medianas pueden realizar ensayos de escalamiento de sus productos. No es casual que dicha planta esté conducida por profesionales que han salido del ámbito industrial y del sector científico-académico, como es el caso del Dr. Alberto Díaz. El papel del INTA fue clave para la aplicación de la biotecnología en el agro a través de sus unidades y estaciones experimentales, lo que ha impactado directamente en los costos de la producción y en los niveles de competitividad internacional”.
Fuente: Modernización Estatal
Fotos: María Florencia Elgassi
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