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Logran Cultivos más Productivos Por Nora Bär

Raquel Chan

Una frase atribuida a Edison asegura que el genio consiste en un 1% de inspiración y un 99% de transpiración. Y otra, atribuida a Pasteur, que la suerte favorece a los espíritus preparados.

Ambos conceptos se aplican a un notable avance de científicos argentinos dado a conocer ayer: un grupo del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral, liderado por la doctora Raquel Chan, generó plantas de soja, maíz y trigo que no sólo son resistentes a la sequía y la salinidad, sino que además son entre un 20 y un 30% más productivas, insertándoles un gen (el HAHB-4) descubierto en el girasol.

El desarrollo fue patentado por el Conicet y la Universidad del Litoral, y la empresa Bioceres obtuvo la licencia de su uso y explotación por 20 años. Es decir, que los organismos estatales recibirán regalías por cada semilla vendida una vez que empiece a comercializarse, alrededor de 2014, cuando se hayan concluido los trámites regulatorios.

"Dado el volumen que tiene la producción de estos tres cultivos, cualquier variación implica miles de millones de dólares de ingresos", dijo el ministro de Ciencia, Lino Barañao, durante la presentación. Según las estimaciones, de mantenerse los valores de la cosecha 2010/2011 y calculando una mejora del 20% en el rendimiento y un 5% de aumento de la superficie cultivable, los beneficios económicos podrían rondar los 10.000 millones de dólares.

Raquel Chan, doctorada en química en Rosario y posdoctorada en Francia, regresó al país en 1993, y desde entonces se abocó a este tema. "Comenzamos por estudiar los genes de la respuesta al estrés -contó la investigadora, que a lo largo de todos estos años lideró un equipo de alrededor de seis personas, en el que se formaron numerosos becarios doctorales y posdoctorales-. Hubo muchísimas contribuciones. Nosotros hicimos las construcciones [genéticas] y las transformaciones." Bioceres hizo las pruebas de campo en un número importante de hectáreas y decenas de miles de plantas.

Este logro alcanza una relevancia inusual si se tiene en cuenta que, de acuerdo con lo publicado en la literatura científica, no existe otro gen de resistencia a la sequía que haya conferido también un aumento de productividad.

"La revista Nature Biotechnology publicó no hace mucho 25 eventos de modificación genética para conferir resistencia al estrés hídrico -explicó Chan-. En todos los casos, cuando esas plantas recibían cantidades normales de agua, su productividad se reducía. En cambio, este gen no sólo no genera merma en el rendimiento, sino que lo aumenta."

Tras cuatro años de pruebas a campo, la mejora en los rindes oscila entre el 10% y el 100% dependiendo del tipo de cultivo, la calidad y el lugar donde se plante, tanto como de los factores climáticos. "En general, los mayores aumentos se dan en condiciones de sequía extrema -dijo Chan-, pero como todavía no los replicamos, preferimos ser cautos y calcular aumentos de entre un 20 y un 30%."

Según explicaron Chan y el doctor Alejandro Mentaberry, biotecnólogo vegetal y nuevo jefe de gabinete del Ministerio, para realizar la modificación genética se aisló el gen de interés más las regiones reguladoras, y se insertó ese segmento de ADN en el genoma de las plantas de soja, maíz y trigo mediante distintas tecnologías. "Lo que nos resultó más efectivo fue utilizar una bacteria como vector", contó la investigadora.

"La planta está sometida a distintos tipos de estrés -explicó Mentaberry-. Este gen lo que hace es desacoplar el programa de acumulación en la semilla de las condiciones hídricas. Por más que haya estrés, no «acusa recibo» y sigue llenando el grano."

Tiempo de cosecha
Más allá de los beneficios evidentes, la importancia de este logro se acrecienta si se tiene en cuenta que esta tecnología permitirá desarrollar una batería de variedades vegetales aptas para enfrentar los desafíos que plantea el cambio climático y las necesidades de una población global que para 2050 podría alcanzar los nueve mil millones de personas.

"Para ese momento, el mundo deberá producir un 70% más de alimentos -dijo Barañao-, y no hay un 70% más de tierra disponible. De modo que aumentar la productividad de los cultivos es uno de los retos más urgentes que tenemos por delante."

Y enseguida agregó: "Este avance cambia la ubicación de la Argentina en el panorama global. Siempre se nos vio como un país que tiene agua, luz y tierra. Ahora, estamos incorporando recursos intelectuales, que son renovables, pero requieren tiempo y cuidado para que expresen su máximo potencial. Esto nos puede garantizar no sólo un lugar en las publicaciones internacionales, sino también ganancias. Es algo que esperamos que se repita ahora que estamos en condiciones de cosechar la inversión que venimos haciendo".



Editora de la sección Ciencia/Salud de LA NACION, Nora Bär se incorporó en 1990 a la Redacción del diario, aunque comenzó como colaboradora en 1980, siempre en su especialidad, el periodismo científico. Nació en Buenos Aires en 1951, fue maestra, estudió la carrera de Letras y de traductorado del francés en la Universidad de Buenos Aires y tiene cuatro hijos. Pertenece a la International Science Writers Association y es columnista de varios programas radiales. En 1997 obtuvo el diploma al mérito en divulgación científica otorgado por la Fundación Konex. En 2002, se incorporó a la Academia Nacional de Periodismo.

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